El suspiro se esfuma en las raices del silencio.
No más conciertos esta noche: veinte estrellas se calcinan,
ruedan y ruedan, caen como bailarinas sobre el río.
Y se cava más hondo y despacio, casi en puntas de pie
mientras calas abrigan nombres despojados de sus letras
para todas las mujeres por ser hermosas cuando lloran.