viernes, 29 de julio de 2005

""Barro" dibujo en paint 2001

domingo, 12 de junio de 2005

EN EL RUEDO DE TU ESPALDA

El barro corre en el cielo
y cien toboganes se clavan en la tierra.
Mis manos se dibujan en el polvo
y las flores de algodón se desprenden.
Dos campanas como un abrazo
buscan un cuerpo que escuche
pero el sol cae dentro de sí
y la noche no alcanza a cubrir al vacío.
Mis manos entre el polvo y las alas
y los ojos secos de la lluvia,
mis manos hundiendo raíces son
dos pájaros con sus picos anudados
en el ruedo de tu espalda.
Lo prosaico acuchilla lentamente la magia
como el estribillo viola perversamente la melodia.

sábado, 4 de junio de 2005

NOCHE DE PERROS

Cuendo el cielo cae
a veces pienso en tu risa
es muy tarde ya y estoy harto de llorar.
No estás solo si es que sabes
que muy solo estás
no estás ciego sino ves
donde no hay nada.

"Noche de perros" Serú Giran

jueves, 26 de mayo de 2005

LIBERTAD IMPIA

Y estas manos que no saben rezar
demolen las paredes hartas de ser incesantemente,
quitan los cerrojos de las puertas llamando al viento.

sábado, 2 de abril de 2005

LAS HORAS SECRETAS

Sonrío pero no logro engañarme. Ningún teléfono suena: nadie llama pero alguien espera.
Las casa se vuelve crustáceo; la puerta, arena congelada. Miles de hojas amarillentas, libros deslomados, tinta ensangrentando los vitrales, las sábanas.
Un sonido, una pausa, un silencio finito: somníferos piadosos para la pena. Pero no. Los pies descalzos siempre, sin remedio; las piernas atrofiadas empantanándose enloquecidas. El peso del propio peso en el propio cuerpo amoldándose a las paredes. Corridos los ojos por la vigilia, perseguidos a lo largo del acantilado de la memoria. La puerta abandonada nadie la golpea. Y continúo mirándome frente a la puerta.
Callar, callar y siempre lo mismo, nada: pasos ausentes, parpadeos absurdos, orejas obsoletas, dormir en el piso contemplando la ranura congelada esperando el calor de un diario que no llega; la guillotina cortando el día en miles de colores y el agua refractando la mirada. Sentencia: hombre muerto. Chocar contra el nácar una, dos, mil veces; resignar la voluntad al tiempo.
Sonrío. No logro engañarme. El teléfono no suena. Nadie va a llamarme.

lunes, 28 de marzo de 2005

EL ARREPENTIDO

Arrepentido: así me sentía por la noche de ayer. ¿Hasta ayer, yo, yo mismo,
había sido yo? Sinceramente jamás lo había pensado. “A holl new world” es lo único que tengo en la cabeza mientras me siento más vacío que nunca. ¿Soy yo el que se siente vacío o es la culpa la que lo vacía a uno? Cierro los ojos y recuerdo todo con detalle, incluso cada pensamiento de la noche:
“Demasiada austeridad en este cuarto, todo es negro, ¿cómo puede ser que no tenga otra cosa que ropa negra? Voy a ponerme las botas amarillas, las de lluvia. Un taxi quizás. No, voy a salir a caminar, mis pulmones van a agradecerlo. Y tengo que dejar de fumar esta porquería, me está haciendo mal”. Había empezado a hablar solo. Me recliné sobre el sillón, quise calmarme y ahí estaba el tomo I del Imperio romano sobre la mesita de luz. Entonces vino la duda “¿eran ellos o los griegos los que comían hasta reventar y vomitaban en tinajas para luego seguir comiendo?”. A veces me cuesta entender por qué surgen en mi ese tipo de cuestionamientos pero continué “la pregunta del millón para el superdotado número7 ¿te sientes aventurero esta noche, amigo?” y cual aprendiz que mira a su maestro y todo se vuelve cámara lenta, el alumno duda antes de responder pero firmemente contesta: “sí, me siento aventurero esta noche.” Y entonces empece a perder el control “No, yo no soy bisexual, doctor. No entiendo por qué me dice eso, pero quiero que sepa que no lo soy. ¡Mi sexualidad está muy clara, aunque por lo visto no para usted!”
Demasiados pensamientos me invadían tantas cosas me hubiera gustado decir y no lo hice, tantas cosas hubiera querido oír aunque probablemente no fueran ciertas. Pero anoche, yo mismo podía decírmelas: “De forma diametralmente opuesta a lo que usted cree la bisexualidad es común a todos. Freud decía que todos somos bisexuales, por lo que no hay razón alguna para avergonzarse. Su sueño es de lo más normal, no se aflija.” Y cuando terminé de decir eso lamenté no lograr nunca ser realmente convincente. Volví a decirme “Tengo que dejar esta mierda, definitivamente me esta haciendo daño” De todas formas había sido divertido: yo corriendo de un lado al otro de la habitación para contestar mis propias preguntas. Es que llevaba tantos días de encierro, tantos que era demasiado. Logré controlarme y volví a la idea central. “Caminar, en eso estaba. Un lindo paseo alrededor del parque”. La idea me tranquilizó. Tomé las llaves y cerré la puerta. “Curioso, nervioso, miedoso, nudoso, quejoso, mmm... morboso, baboso, engañoso, pegajoso, espantoso”. Se me acabaron las rimas y eso hizo más tedioso mi tránsito. “ Tedioso ¡ahí encontré otra!”. Pero la inspiración se había ido de nuevo. Continué mi caminata mientras buscaba otro entretenimiento como es costumbre cada vez que la ansiedad me ataca. Entonces comencé a mirar los carteles enormes apostados sobre los edificios
- “los publicistas deben consumir tanta o más droga que yo; esos slogans y esas imágenes son la prueba irrefutable de eso. A un quemado, nada más, se le ocurría que hable un cocodrilo” - el afiche de Lacoste antecedía a uno de Kosiuko- “y nadie puede negar que los creativos de esta marca sin duda alguna toman LSD, sino explíquenme ¿qué significa una chica maquillada de rosa, flotando sobre una bañera semi desnuda con bata de samurai?” De pronto vi a la policía dando vueltas e instintivamente me metí en el primer negocio que vi: una pizzería. Mal camino, pensé, pero ya estaba hecho. Ellos entraron también.
- Una fainá y una pizza, maestro-
Los oí burlarse del cancherito al que habían golpeado dos cuadras atrás. Cuando les dieron la comida, uno le dijo al otro socarronamente: - fainá esponjosa, me empomo a tu esposa- . Pero el otro no pareció encontrarle gracia. Probablemente fuera cierto y por eso no rió.
Ellos salieron de ahí y yo también. Una vez que crucé la plaza me di cuenta que no había comprado comida y que ya era el tercer día que no tragaba nada sólido. “Tengo que dejar esta porquería” - me repití. Llegué hasta la puerta y subí las escaleras del puterío. Nunca lo había hecho con una; nunca pagué por sexo; siempre tuve novia; siempre fui fiel; siempre dudar; siempre pedir permiso. “Quisiera dominar la belleza, volverla algo no bello”. Me invadió esa sensación y no encontraba motivos para refrenarla. "Demasiado encierro, tan poca vida. Tan poca." Ya no volvería atrás, estaba decidido. Me senté.
- Por 50 te hago lo que quieras.
Sin mirarla siquiera, pregunté: -¿Por aquella cuanto?-.
Con voz desganada respondió: - la nenita sale 100-
Saqué 200 del bolsillo y ésta, le hizo señas a la otra, mientras agarraba los billetes. Me levanté de la silla y me dirigí a uno de los cuartos; la que había elegido me siguió.
Nunca fui tan violento; nunca disfruté tanto; nunca me sentí más libre.
Abro los ojos. De nuevo en mi curato moviendo las piernas sin poder parar. No quiero ver más ni recordar más; no más pensar en lo que puedo llegar a ser. En este estado lo único que me apacigua es intentar frenar el molino en mi cabeza.
Adentro, yo, miro la pared. Afuera, las luciérnagas cantan y aúlla por mí, contra el marco de la ventana, el viento.

domingo, 27 de marzo de 2005

PENSANDO

Cuando vamos a darnos cuenta que el concepto no es algo pensable sino algo pensado?

lunes, 21 de marzo de 2005

De 5 Clarines y otros vientos

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Que los disfruten, y alguno de estos días aprenderé como poner links, lo prometo.

domingo, 13 de marzo de 2005

LA POPULOSA CALLE EN "LA SOLETINA"

No sé hace cuanto días estoy acá viendo esta parte del mundo, esta porción pequeña y tradicional de un mundo frágil y desilusionado.

Las casas se caen a pedazos. Sus paredes me recuerdan el rostro de una mujer añejo, cansada de ser sin remedio, hastiada a pesar de sí misma. Las puertas de roble hinchado se traban frente a cualquiera porque todos son intrusos y los marcos de las ventanas son encuadres para personas llenas de lágrimas que nunca caen.
Camino, el polvo me seca hasta los pulmones. Aquí soy como un desierto en busca de una puerta en una casa de ventanas abiertas, de ventanas con manos que agitan pañuelos, que me inspire a habitar mirando entre sus dedos.
Caminé sin descanso hasta que tuve que hacerlo, tomé el cordón de esa vereda sin dudarlo. Ahora pienso en eso y me asombro. Y sonrío, pensé que eso ya no podía pasarme. Vuelvo a sorprenderme, hacía mucho tiempo que nada me no convocaba a la sonrisa.

Apoyo mis manos en el suelo y mis codos y mis brazos me hacen las veces de respaldo. Estoy cansada de estar sola.

Mi mirada no va hacia ningún lado y de pronto un tragaluz, una ventana a la altura del tobillo de algun personaje que adivino camina al otro lado de la calle con zapatos lustrosos y un ramo marchito y pasa frente a la mecedora de una anciana que vive con un gesto apaciguador mientras dos chicos en la esquina escriben sobre el asfalto, aún fresco, para siempre su declaración de amor (sus nombres y un corazón) al tiempo que cinco chicos corren por su vida jugando a las escondidas.

Sigo sentada en esta vereda vacía. Luego voy a preguntarme, me preguntaré el por qué de este pueblo desolado y caeré en la idea, o querré convencerme, que ni yo estuve allí y que quizás hasta a mi misma me he imaginado.
Sin razón cruzo para acercarme a la ventana elegida, me arrodillo y miro hacia adentro. Mi corazón se para, giro sobre mi misma haciendo sangrar mis rodillas, muerdo mis labios para no emitir sonido y me apoyo contra la pared apretando con mis manos las lastimaduras a la vez que llevo mis muslos hasta el pecho. Evidentemente no solo deseo refrenar la sangre. Reclino mi cabeza para atrás y cierro mis ojos (sigo intentando detener la sangre que brota sin remedio); aún no comprendo qué haces ahí. Una brisa y abro los ojos: aíre, pienso, aire. Y siento miedo. ¿Qué haces ahí?. Me asomo tímidamente para asegurarme que no ha sido otra vision, balsámico sueño diurno. Pero continuas sentado a la mesa fumando un cigarrillo cuya ceniza parece no querer caer nunca. Miro tus codos y recuerdo por qué te amaba, esa curva en tus brazos...es mi casa. Vuelvo a recostar mi espalda sobre los muros, mi cuerpo tiembla y me abrazo. “¿Por qué no corro a los tuyos?”; la pregunta retumba en todos lados. De pronto una nena se para frente a mí, gira hacia la dirección por donde vino: el de los, ahora ausentes, púberes amantes, la anciana en calma, el hombre trajeado y los escondidos. Entonces noto que ha corrido a través de la calle, sus huellas de agua lo delatan, y mientras se evaporan, ella juega con un bumerang de lata.

viernes, 11 de marzo de 2005

Para honrar a un poeta

El tren cruza la ciudad, de noche,
y en los vagones desiertos perdura
una larga nube de humo de cigarrillo.
Los fumadores ya no están;
pero yo puedo encender
un nuevo cigarrillo y mirar
las luces de las casas que pasan
como luciérnagas que volaran hacia atrás.
En alguna de esas casas tal vez haya
una mujer hablándole a sus gatos,
o un teléfono que suena y una mano
que no se decide a contestar,
o un hombre, que tiene miedo de la muerte,
y ve correr mi tren pensando
en una sentencia irrevocable.
Durante un segundo ambos adivinamos
el rostro borroso del otro
detrás de una ventana;
pero ninguno sabe
quién de los dos se queda,
quién es el que parte.

Diego Muzzio, de "Ultimatum", 1996

sábado, 26 de febrero de 2005

LLAMADO

Te extraño y hay un río que se viste con mi noche.
¿Cuánto más falta para que hundas tus manos?

jueves, 17 de febrero de 2005

Masks out

Soy una mala película con muy buena publiciadad y señores, hoy, es hora de hacerse cargo.

miércoles, 9 de febrero de 2005

Hoy quiero ser un grano de arena.
No, mejor no: su sombra, el centro de su sombra.
¿Quién puede, quién va a mirar el centro de la sombra de un grano de arena?

martes, 1 de febrero de 2005

Ser rechazado por los imbéciles es la confirmación rotunda de haber tomado un buen camino

sábado, 15 de enero de 2005

MINIATURA

La sombra de mi mano piensa en mi mano.
La sombra de mi sombra es el cuerpo que mutilo.

domingo, 9 de enero de 2005

NOCHE DE CORBATAS

Yo debería ser lo más hermoso en la hora en que se abren los ojos.
Yo debería ser lo más precioso en esa hora en que todos desoyen y parpadean.
Yo debería hacerme girar en aire, anclar mejor la cuerda esta vez.

CACERÍA

Algo vive, ¿los colmillos?
Quizás sea eso o quizás...
este lazo que lanzo a tu espacio vacío.

¿Qué trajiste con tu nombre?
¿Para qué trajiste la noche?
¿Para qué le diste tu nombre?