jueves, 26 de octubre de 2006

REDENCIÓN

No hay boca sin corazón ni corazón que todo lo nombre.
Entre latidos hay silencios de caricia.
Dejemos que los límites queden a oscuras.
Reservemos un espacio de encuentro.
Aprendamos a cuidar lo delicado.
Deshilemos las cuerdas de la contienda.
Busco amarlos. Los amo. Me duele. Y vuelvo a aprenderlo.
No hay enemigos para un corazón que late.
Pero hay belleza y padecimiento.
Abracemonos ahora entonces.
El mundo es un continuo poema.
Abracemos el mundo
que el agravio es historia,
que el amor se proyecta.