I
No hay por qué frenar
al clavo y el martillo
en el impulso de perforar.
Pero el esfuerzo de la sangre
configura la paz
y el desborde.
II
Lo que expelen los gestos
nace y se filtra
entre las letras.
Pero no quiero nombrar
ni busco más
lo que me encuentra.
III
Mi columna
me ha quebrado
y me vuelve desalojo.
Mi carne sabe aún sana
mientras lo latente se yergue
vertical en mi abandono.
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